Sobre
la llamada “crianza responsable”, ésta se realiza en lugares muy distintos a
las azoteas, traspatios, jaulas, cocheras, balcones, banquetas, etc. en los que
ocurre la mayoría de las crianzas para venta.
Las personas que se dedican de
manera profesional a esta labor, lo hacen en espacios adecuados para cada
especie, medicando y vitaminando a las hembras antes de las montas, revisando
sus vacunas y calendario de desparasitaciones, vigilando su peso y salud en
general; también se revisa la condición del macho y se elige de forma adecuada
según los estándares de raza.
Un
criador responsable no “carga” más de dos veces a una hembra, con ciertos
tiempos entre cada embarazo (de 1 a 3 años según la raza) y nunca antes de
alcanzar ciertas condiciones físicas de madurez, es decir, no las cargan a los
6 meses en el primer celo sólo porque “ya pueden” embarazarse.
Cada
cachorro recibe atención veterinaria, cuidados, espacio, esparcimiento, y se
destetan hasta el momento adecuado, de 8 a 12 semanas de edad, contando todo
ese tiempo con la compañía y el alimento de la madre, lo cual garantiza una
mejor salud en su futuro. Los cachorros se desparasitan, se vigila su peso
diariamente, se atiende cualquier contingencia, si uno se enferma y requiere
aislamiento los criadores cuentan con espacios adecuados para ello y así evitar
el contagio a los demás cachorros o padres.
La
venta de un animal por medio de uno de estos criadores exige tener a la vista a
los padres, su historial médico y el del cachorro vendido, así como una asesoría
médica continuada para el cachorro adquirido. Estas personas además pagan
licencias, permisos, inspecciones, etc., que los acredite ante las autoridades
como criadores. Pagan impuestos, presentan informes de gastos y de ganancias,
tienen personal contratado con garantías laborales, exigen las credenciales
correspondientes al personal que laboran con ellos. Invierten grandes
cantidades de dinero para asegurar que sus cachorros sean mascotas sanas. Esto
entre muchas otras consideraciones que tienen que observar los criadores.
Ahora
bien, si tú tienes una mascota en tu casa, y vas a cruzarla para después vender
a los perritos o gatitos, lo que estás haciendo se llama EXPLOTACIÓN. De un ser
vivo buscas obtener una ganancia monetaria. Si los vendes en mercados, parques,
ferias, calle, recaes en un acto ilícito ya que la venta de animales vivos en
estos lugares está prohibida y penada. ¿Y si los cachorros salen “feos”,
enfermos, con anormalidades, algo que los haga difíciles de ser comprados?… La
opción responsable en casos así es una eutanasia (lamentable pero es verdad) así
como la verificación médica de la salud de la madre y el padre, y no echarlos
en una caja y tirarlos en la avenida, ir a dejarlos afuera de la casa del
vecino que parece querer mucho a los animales, ahogarlos en un balde de agua,
envenenarlos o a pesar de saber que están enfermos venderlos sin advertirlo a
quien los adquiere recayendo en un fraude legal.
Vender
animales no saca de pobre a nadie, además de las cuestiones éticas que se
pudieran considerar; esta es una práctica muy común incluso en establecimientos
que cuentan con las “licencias” adecuadas, pero es raramente practicada de
manera responsable en cuanto a los lineamientos a seguir. Muchos de estos animalitos
“sobrantes” que no se venden terminarán como desecho.
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