La jaula para nuestro loro debe ser lo suficientemente
amplia como para que pueda abrir las alas en su totalidad y cuando se encuentre
sobre el posadero, su cola no toque el suelo.
Además, no es conveniente que la
comparta con otras especies de aves.
Su estructura debe ser de un material
resistente, ya que estos animales tienden a morder todo lo que se les presenta,
y sus excrementos, que caen sobre la base de la misma, no deben ser alcanzados
por el loro.
Los posaderos deben ser lo suficientemente gruesos o finos
en relación al tamaño de su pata. La ubicación del mismo debe ser tal que
cuando el loro se encuentre sobre el, no ensucie el bebedero o el comedero con
sus excrementos.
Pueden ser ramas sin descortezas, que deberemos cambiar cuando
el loro las haya roído totalmente con su pico, esto permitirá que el loro
desgaste su pico, impidiendo el crecimiento excesivo del mismo.
El bebedero y el comedero también deben ser de material
resistente y no tóxico.
Las puertas deben permitir un muy buen cierre, para que no
sea posible abrirlas con el pico, esto es algo que los loros hacen muy a
menudo.
El mejor lugar para ubicar la jaula es en un sitio con luz
(pero no al rayo directo del sol) y ventilado.
La limpieza de la jaula del loro es fundamental para evitar
enfermedades en nuestra mascota. Lo ideal es limpiarla 3 o 4 veces a la semana.
Los restos de comida se deben quitar a diario y el agua debe ser siempre
fresca. La lejía nos ayudará a una desinfección completa, pero esto solo hará
falta una vez al mes o cada tres semanas.
Si no cuidamos nuestra mascota, no tiene un
ambiente tranquilo y acogedor, corremos el riesgo que se vuelva un animal agresivo.
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